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Rimas





Sea este nuestro último instante

 

Vieja rosa, sangrienta hiel,

recuerdo de tu pecho florido,

donde un día sembré miel

y hoy sólo cosecho el olvido.

 

Me queda lo que puse en tu piel

cuando mi corazón afligido,

te prometió serte siempre fiel

aunque del mundo haya partido.

 

Sea este nuestro último instante

para empañar la alegría

y enlutar mi condición de amante

más allá de la penosa agonía.

 

Ya todo es cariño distante:

cementerio vestido con melancolía

donde un cuervo errante

me dice que ya nunca serás mía.

 

Tu octubre visto desde mi otoño

 

I

Sobre un templo de huesos

levanto la cruz invertida

para dejarte los besos

mas amargos de mi vida.

 

II

La noche está contagiada

con sangre y con vino,

pues mi ilusión desgraciada

no manchará a tu destino.

 

III

Cuando la hermosa Muerte

te diga que soy ajeno,

no reces por mi suerte

ni endulces el veneno.

 

IV

En cada lugar triste

mi desgarrado corazón

sangra y se reviste

de angustia y desazón.

 

V

Cuando en las negras cortinas

se marchita el viento,

quedan solo las espinas

y un pesado sufrimiento.

 

VI

Tú y yo fuimos un retoño

surgido en la rivera de la vida,

pero llegó el otoño

y todo se volvió herida.

 

VII

Esta es la huella de Medardo Ángel:

Dios que en mis últimas depresiones

me convertirá en su único arcángel

para juntar nuestras oscuras ilusiones.

 

 

 

Monólogo escrito con tinta suicida

 

Es esta mi pobre y decadente vida:

monólogo escrito con tinta suicida,

para dibujar en los ojos de la muerte

el sentimiento que me hace quererte.

 

Enfermo y triste recorro el infinito

llevando un corazón viejo y marchito,

no soy más que un fantasma otoñal

que convierte toda rosa en puñal.

 

He sentido como sangra el rocío

sobre la noche de mi existir vacío,

mientras la luna herida, gotea hiel

que se convierte en alimento cruel.

 

 


Corazón, corazón  no tiembles tanto

 

Te dije: corazón, corazón  no tiembles tanto,

no recojas la ilusión, ni te cubras con su manto,

una y mil veces te repetía que todo era quimera

y que nunca saldría para nosotros la primavera.

  

No quisiste escuchar y bastante embriagado

te fuiste a estrechar ese destino desgraciado,

todo lo dejaste por tentar a la miserable vida

y  sólo encontraste una amarga y fría herida.

 

Hoy eres brisa  enferma que la noche marchita

tan deprisa, que toda plegaria se hace maldita,

y así vamos con triste secreto y mueca falsa

para aceptar el decreto de partir en fúnebre balsa.

 

 

 

Al ser que nunca estuvo a mi lado…

 

Nunca te maldeciré mi distante padre,

pues lo que tú no hiciste, lo hizo mi madre,

tampoco pediré el arrullo de tus brazos

porque ella ya calmó mi miedo con abrazos.

 

De ella fueron todas las fechas, y los días,

las negras lágrimas y las turbias melancolías,

cuando en lo profundo de la noche oscura

su leche materna me sabía a amargura.

 

Hacía frío cuando murió la última estrella,

entonces comprendí que la soledad era bella,

y que nunca, pero nunca estarías a mi lado,

porque ya todo era triste cariño consumado.

 

¿Reír o llorar? ¿Dime cuál es la diferencia?

Cuando llevo podrida toda la existencia,

y mi alma hacia el sepulcro se precipita

sin esperar la hora de tu lágrima infinita.

 

 

 

Benditos sean los muertos

 

Benditos sean los muertos

que posan su melancolía

sobre ataúdes inciertos.

     

Un ramo de mustia agonía

los mantiene despiertos

cuando fallece la luz del día.

 

Lejos muy lejos de la vida

ellos recogen flores

para sanar la sangrante herida.

 

Y entre tantos dolores

con la pena hendida,

recuerdan a sus amores.

 

Oscuro cariño putrefacto

entre llanto se vierte

por su huesudo tacto.

 

Esa será también mi suerte

al firmar con sangre el pacto

que me llevará a la muerte.

 

 


Aquello que olvide decirte

 

Bajo el altar de tu mirada

celebro la misa pagana

y levanto mi alma torturada.

 

Mi amor pierde, tu orgullo gana,

pero en mi pena enlutada:

arrastro también a tu mañana.

 

Sublime dolor y dulce tristeza

hoy se vierten por mis ojos

para rezarle a tu belleza.

 

Así entre espinas y abrojos

voy desnudando  mi torpeza

hasta dejarte los despojos.

 

Cuando le hables a la luna

buscando mi ser atormentado,

estaré lejos, en la fúnebre laguna.

 

Luego recordarás cuánto te he amado,

tal vez como a nadie, como a ninguna,

mas todo será: sentimiento sepultado.

 

 

 

Sinfonía trágica

 

Mis lágrimas se convirtieron en lodo,

mis sentimientos y amor en abrojos,

ahora sólo existen sangrantes despojos

sobre la angustia que lo consume todo.

 

Mi corazón cuelga en la triste esperanza

anhelando la hora de ser recogido

por el poeta del lago del olvido

para pesar mi tristeza en su balanza.

 

 


Las Flores

 

Flores y más flores,

las hay de todos los colores.

 

Esas que para una persona son todo

y otras que nacen solitarias en el lodo.

 

Unas son adorno matrimonial

y otras protocolo de un funeral.

 

Algunas tienen punzantes espinas,

otras: polvo que enloquece las retinas.

 

Las consiente el jardinero

igual que el sepulturero.

 

La mano vieja que muere

y corazón que siempre hiere.

 

Están sobre un templo de plegaria maldita

pero también en la tumba marchita.

 

Y aunque algunas sean mente que no razona

todas nos sirven de fúnebre corona.

 

Algunas alivianan las partidas

otras cavan más hondo las heridas,

 

yo prefiero las que tienen color de noche

porque hurgan mi sangre sin reproche.

 

Las del lodo: con espinas que hieren la sepultura

hasta llenarse con mi  enferma amargura.

 

 


Las Aguas del Hastío

 

Fui capitán de un barco, que temprano

naufragó en las  turbias aguas del hastío,

intentaron salvarme, pero todo fue en vano,

pues mi alma se antojó de quedarse en el vacío.

 

Todas las damas que conocieron mi clamor

quejumbrosas entrelazaban sus lamentos

para ayudarme con los hilos de su amor,

mientras yo reía con sus inútiles intentos.

 

Aquellas aguas bullían por la sangre

hasta juntar  a las funestas criaturas

que tampoco querían perderse mi desangre.

 

Así me aparté del miserable mundo

para beber veneno filtrado en amarguras

y aprender a existir con el dolor profundo.

 

 

 

Sombrío

 

Nunca probé mejor vino que el de tu indiferencia,

ni labios más dulces que los de tu propia ausencia,

yo, sólo un estúpido echado a los pies de la angustia

esperando a que sosiegues mi  pobre alma mustia.

 

Hoy quiero hundir mis penas en una copa trizada,

hasta que la noche se vista con su traje de enlutada,

después abriré mis lágrimas con el doliente puñal

para adornar con espesa sangre la última señal.

 

Bajo tu sombra como esclavo caminaba siempre fiel,

y a cambio de mi amor tú solo me pagaste con hiel

que dulce o amarga es lo único que llevaré en la partida.

 

Pues un día me largaré  definitivamente de tu vida,

para esconderlo muy lejos a mi corazón despedazado

que nunca más podrá sentirse amado o torturado……




La mortaja

 

Tendré que romper la mortaja

donde aguardaba tu suspiro,

que sin ser amor: fue migaja

puesta en mi fúnebre retiro.

 

Todas mis voces se han suicidado

entre llorosas letanías

donde se enluta el pasado

y se fermentan las agonías.

 

¡Cuan grave es mi enfermedad!

Vivir si vivir

hasta ofrendarle a la oscuridad

lo que mejor hago: sufrir.

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